Tlaltecuhtli, deidad que se concebía según la cosmovisión azteca, como paridora y devoradora de vida. Considerada en muchos de los mitos prehispánicos como la venerada madre que da nacimiento a todo lo que existe en el universo, pero también como el ser monstruoso que los devora en el momento de la muerte.
La piedra monumental, que data de 1502, pesa 12 toneladas y mide 4.19 por 3.62 metros, es la más grande descubierta a la fecha, por encima del Calendario Azteca y la Coyolxauhqui y se encuentra exhibida en el majestuoso Museo del Templo Mayor.
El monolito de la Tlaltecuhtli es una figura de cuerpo completo color ocre con fondo rojizo, que representa a la deidad vinculada con la tierra.
La diosa presenta cabello rizado en color rojo oscuro, símbolo de belleza de la época prehispánica, pero también de la noche y del inframundo.
Tiene ojos muy profundos en forma de media luna, la nariz es muy ancha y plana, mientras que las mejillas resaltan por el relieve de color rojo, y en el centro de éstas hay un pequeño círculo de color azul. Además, de su boca sale un chorro de sangre que proviene desde el abdomen.
La figura tiene los brazos flexionados hacia arriba como en alusión a que es la Diosa de la Tierra, y que todas la criaturas regresan a ella.
Sus piernas están en forma de cuclillas; porta una falda corta adornada en los extremos con puntos de color blanco delineados de negro, así como huesos en forma de equis.
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